Foto tomada de https://www.filmaffinity.com/es/film160764.html
Cuando el director Darren Aronofsky fija su mente surrealista en la obra teatral del escritor Sam D. Hunter, sabe a ciencia cierta qué hará temblar los subconscientes de los espectadores, como lo habría hecho ya en el pasado con películas como “Réquiem por un sueño”, “El cisne negro”, “El luchador” o “Madre”, las cuales se han convertido en obras de arte por los amantes del cine.
The whale, es un viaje a las profundidades del ser humano, del hombre hecho de barro que se desmorona ante la adversidad de la misma vida, envuelto en un manojo de emociones, que sufre, que llora, que se siente derrotado y fracasado, algo llamado en sí “humanidad” donde la perfección es algo esquivo a la mirada cotidiana del vivir.
Durante 117 minutos, Charlie, nuestro protagonista, quien es interpretado por nada menos y nada más que por el gran Brendan Fraser, quien de la mano de Aronofsky vuelve como un fénix dentro de las cenizas a Hollywood, después de estar tan alejado de la pantalla grande (algo que el director había logrado con otra leyenda de los 80-90 Mickey Rourke, con el luchador del 2017). Según Aranofsky quien vio la obra teatral de Sam D. Hunter en el 2012, manifestó su interés por llevarla al cine, el reto fue encontrar el actor que pudiera transmitir toda la depresión existencial que Charlie tiene para dar, y eso lo encontró en Fraser.
Nuestro protagonista atraviesa un vacío emocional, atrapado entre un problema de salud como lo es la obesidad mórbida y que padece del corazón, lo que hace que se encierra en una agonizante soledad y en la culpa de haber causado la disfuncionalidad de su familia, que al final lo lleva a un ostracismo, que le hacen perder la esperanza por la vida.
Es importante recalcar que la fuerza emocional que tiene esta película no recae solamente en Brendan, también encontramos un elenco que le da una amalgama a cada escena, cada cuadro, entre ellos a Sadie Sink, Hong Chau, Ty Simppkins, Sammantha Morton, Sathya Sridharan y Jacey Sink, (cero spoilers) que enriquecen de manera demencial el clímax de estan obra de arte.
El director se esforzó meticulosamente por cada escena, donde todo fue grabado en un formato de cuatro tercios, esto lo ha hecho con el objetivo de que el espectador siempre sienta que está en una sola ambientación, encerrados con Charlie en su casa, en su destierro; además porque cabe recordar que esta película se trata de una adaptación teatral, donde todo se desarrolla en un solo escenario.
Para que puedas conocer algo de nuestro protagonista, Charlie, se gana la vida como profesor de literatura dando clases virtuales, pero nunca prende su cámara para sus alumnos, es esquivo a la mirada del mundo, solamente Liz una enfermera y amiga que comparte su dolor y su tragedia es quien tiene acceso a su mundo.
Un día el pasado toca a su puerta cuando su hija adolescente lo visita en su exilio y su corazón de padre debe soportar la confrontación del abandono por su parte, para mitigar su karma y lavar sus penas buscando la redención, busca ser ahora un buen padre, más allá del odio que ella siente por El, sin embargo, es un optimista y ve en ella lo maravillosa que es.
The whale es una película que desdibuja la realidad de la sociedad, que se enfrenta a cuestionamientos éticos y morales de la fe, donde los traumas existenciales, la depresión, el odio, el rencor, la ira, la furia y en algún lugar la esperanza son los hilos que mueven cada parte de la historia.
Muchos han salido a señalar a Aronofsky por mostrar de una manera gutural la realidad de las personas que sufren obesidad mórbida, pero Fraser, en sus propias palabras ha declarado que investigo con detalles a diferentes personas que padecen esta enfermedad[1]para la construcción del personaje. (es importante recalcar que Estados Unidos el 42 % de la población adulta sufre de obesidad) y pudo evidenciar que la obsesión desmesurada por la comida, es una forma de escapar de la realidad, un placebo emocional de la puta existencia.
Las analogías y metáforas que se ven en el trascurso de la cinta, con la obra literaria de Herman Melvielle “Moby Dick” son tangibles a las emociones, algo que el escritor Sam. D Hunter, logra transmitir tanto en la obra teatral como en su adaptación cinematográfica. La poesía de los diálogos, la empatía y el dolor que el protagonista transmite en cada escena, hacen sentir al espectador uno más de la trama, queriendo tomar de la mano a Charlie para afrontar su liberador final.
Solo puedo cerrar esta reseña con una frase de su protagonista, que, en medio de su auto sufrimiento y lágrimas, le grita al mundo “necesito saber que he hecho una cosa bien en mi vida” palabras rasgadas desde el mar de la melancolía, para encontrarle paz a sus existir.
Escrita por: Fernando Gómez González
[1] https://www.tfah.org/article/23776/
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