Catalina Ceballos, directora de la mestría en gestión de la cultura de la Universidad EAN, reflexiona sobre los desafíos que actualmente deberá asumir el sector cultural. Preguntas sobre lo que podría hacer la industria para, además de salvarse, contribuir a la superación de la crisis.
¿Las artes aportan o no a este momento que estamos viviendo?
Algunos dirán que sí, otros que no, algunos que más o menos. La verdad es que es uno de los escenarios más impactados. Tanto es así que los gobiernos mundiales han tenido que tomar medidas de urgencia para un sector que, históricamente, se ha mantenido gracias a los recursos de los mismos. En ningún país podemos hablar de una sola fracción de la cultura que se sostenga sin apoyos de lo público. Son históricamente, y mundialmente, las empresas públicas y la sociedad civil a través de diferentes agremiaciones las que han trabajado siempre por el bienestar del sector y sus públicos objetivos.
¿Qué hemos hecho en Colombia para cumplir con los compromisos de la convención de 2005?
muchas cosas. Según la Organización para las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura, la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales es un acuerdo internacional, jurídicamente vinculante, que garantiza que los artistas, profesionales, otros actores de la cultura y los ciudadanos en todo el mundo puedan crear, producir, difundir y disfrutar de una amplia gama de bienes, servicios y actividades culturales.
Traigo el informe a colación porque debería ser la guía para estos momentos de crisis. Todos los que tenemos que ver con el arte y la cultura tendríamos que conocerlo. El arte es una herramienta para el desarrollo y, en esa misma medida, se debería garantizar su existencia y sana evolución en toda la sociedad.
Cientos de presentaciones, exhibiciones y visitas, venues, salas, museos y giras han sido cancelados
¿Cuántas propuestas que se estaban radicando debieron detenerse en el camino?
No hay seguridad sobre lo que vaya a pasar en los siguientes doce meses. El COVID-19 ha generado una problemática económica, política y social: las artes y la cultura son económicas, políticas y sociales.
¿Cuál es la pérdida en taquillas? ¿Quiénes son los más impactados?
Sin duda, la forma en la que se trabaja ha perjudicado a todo el mundo. Incluso aquellos que han logrado mantenerse en contacto con sus audiencias tendrán un impacto emocional y económico dentro de un tiempo. Amanecerá y veremos.
¿Sabemos qué están pensando las audiencias?
¿Puede estar surgiendo un temor a los conciertos o teatros con otras personas, incluso en el mediano plazo?
Este no es un asunto menor y deberá ser parte de la relatoría de estos tiempos.Es lógico pensar que las medidas más tangibles deben ser iniciativa de los gobiernos, sin embargo no hemos visto o no conocemos que se está haciendo a nivel solidario dentro del sector. Los espectáculos cancelados por promotores, venues o salas de exhibición o exposición ya no pagarán honorarios a esos artistas. En el sector de la producción de eventos, en donde están incluidos proveedores de servicios técnicos y logísticos, se reunieron en una semana y ya han logrado acercarse al ministerio de Cultura para iniciar un diálogo.
Me siguen haciendo falta los otros actores del sector de las artes y la cultura.
¿Dónde estamos los humanos que hacemos parte de este ecosistema que vive gracias a las notas de la música, a las letras de la poesía o de los pasos ligeros de la danza?
En este momento estamos viendo cómo sobrevivir,
¿será la innovación la salida o será un nuevo comienzo?
Entre los músicos han surgido muchas iniciativas de live streaming, pero lo cierto es que los más pequeños tampoco tienen ni tendrán la posibilidad de hacer un streaming con las condiciones técnicas ideales. Tampoco estamos seguros de que eso signifique la llegada de audiencias y la permanencia de éstas en la pantalla. Siempre quedará la pregunta sobre la transición y la calidad de un evento en vivo y un streaming. El “en vivo” tiene un componente social y de cohesión con el público que es muy importante como experiencia diletante: pensemos en los festivales y carnavales de nuestro país.
Como antropóloga y gestora cultural, y ahora a cargo de la dirección de la maestría de Gestión de la cultura de la Universidad Ean, quiero saber
¿quiénes están reuniendo la información de los alivios por parte del Gobierno nacional y las administraciones locales?
¿Qué resultados podría arrojar esa información?
¿Cuáles son las fuentes que están usando los gobiernos?
¿Son recursos que ya existían?
¿Se beneficiarán los mismos de siempre o tendrán en cuenta al músico de sesión o el artista plástico con carrera incipiente que nunca ha podido acceder a estos alivios?
Pareciera nos falta una visión más anticipada al largo plazo.
Ojalá lo primero que hagamos como sector sea rescatar el valor de lo discutido y acordado en las convenciones internacionales. Reconocer el valor del bienestar que producen las artes a la ciudadanía, su poder de cohesionar y unir incluso en los peores momentos (como este). Luego ojalá se puedan crear fondos que se distancien de procesos burocráticos, es decir, que sean de fácil acceso. Ojalá mantengamos contratos firmados con freelancers, artistas, músicos y actores. Ojalá que haya comunicación clara y precisa sobre las medidas que se están tomando para todos los integrantes de los sectores artístico y de las prácticas culturales. Ojalá se ofrezca ayuda gratis para quienes desconozcan sus derechos.
Ojalá también que en el mediano plazo tengamos un repositorio y control exacto de cifras y pérdidas para lograr crear una estrategia que mitigue el golpe
¿Quién estará cargo de construir un documento de memoria que luego se convierta en un diagnóstico para poder participar en políticas públicas culturales como sociedad civil?
Es el momento de demostrar que las artes y la cultura hacen parte de la sostenibilidad de un ecosistema sano, dinámico e innovador. Es el momento de unirnos como sector: gestores, artistas, actores, proveedores de servicios. Todos. Es el momento de repensarnos.
¿Acaso nuestra actividad no es un gran activo?
Es el momento de usarla.
FUENTE : EL ESPECTADOR
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